Alejandro Martínez Castañeda
La Cooperativa Tosepan, fundada en 1977 en la región de la Sierra Norte de Puebla, México, es un ejemplo emblemático de cómo una organización basada en principios cooperativos puede transformar la vida de las comunidades rurales e indígenas. A lo largo de más de cuatro décadas, Tosepan ha demostrado que es posible combinar el desarrollo económico, la preservación cultural y la sostenibilidad ambiental bajo un modelo de autogestión y solidaridad.
De acuerdo con diversas fuentes, la Cooperativa Tosepan nació en un contexto de marginación y pobreza en las comunidades indígenas nahuas y totonacas de la Sierra Norte de Puebla. Los fundadores, un grupo de campesinos y productores de café, se unieron para enfrentar los desafíos comunes, como la explotación por parte de intermediarios y la falta de acceso a mercados justos. Inspirados por los principios cooperativos, decidieron organizarse para mejorar sus condiciones de vida y trabajar colectivamente en beneficio de sus familias y comunidades.
El nombre «Tosepan» significa «unidos» en náhuatl, lo que refleja el espíritu de colaboración y solidaridad que ha guiado a la organización, la cual ha crecido significativamente a lo largo de los años, integrando a miles de socios y diversificando sus actividades económicas. Ha logrado un impacto notable en diversas áreas, convirtiéndose en un referente nacional e internacional.
Tosepan ha eliminado a los intermediarios, permitiendo que los productores obtengan precios justos por sus cosechas, especialmente de café, pimienta y miel. Ha establecido canales de comercialización directa, tanto en México como en el extranjero, bajo esquemas de comercio justo.
Además del café, la cooperativa ha incursionado en la producción de especias, miel, artesanías y turismo comunitario. Ha creado empresas sociales, como tiendas de abarrotes, farmacias y servicios financieros, que benefician directamente a sus socias y socios. Promueve prácticas agrícolas sostenibles, como la agroforestería y la producción orgánica, que protegen los recursos naturales y mejoran la calidad de los productos.
La cooperativa ha fomentado la participación activa de las mujeres en la toma de decisiones y en actividades económicas, lo que ha contribuido a reducir las desigualdades de género en la región. Igualmente, ha fortalecido la identidad cultural de las comunidades indígenas, promoviendo el uso de lenguas originarias y respetando las tradiciones locales en sus procesos organizativos.
Si duda, el impacto de dicho proyecto cooperativo trasciende lo económico, ya que ha mejorado significativamente la calidad de vida de sus socios y sus familias, proporcionando acceso a servicios básicos, educación y salud. Además, ha fortalecido el tejido social al fomentar la colaboración y el trabajo en equipo entre comunidades que antes estaban aisladas.
Tosepan ha demostrado que es posible competir en mercados globales sin perder de vista los valores cooperativos. Sus productos, reconocidos por su calidad y sostenibilidad, han llegado a mercados internacionales, lo que ha generado ingresos adicionales para los socios y ha posicionado a la región en el mapa global del comercio justo.
Esta experiencia es un ejemplo inspirador para otras comunidades rurales e indígenas en México y el mundo. Demuestra que, a través de la organización colectiva y la aplicación de principios cooperativos, es posible superar la pobreza y la marginación, al tiempo que se preserva la cultura y se protege el medio ambiente.
En un mundo donde la desigualdad y la degradación ambiental son desafíos urgentes, la experiencia de Tosepan ofrece valiosas lecciones sobre cómo construir economías más justas y sostenibles. Su legado es un recordatorio de que, cuando las comunidades se unen y trabajan juntas, es posible construir una sociedad mejor.